Ese es un sitio digno para morir,
Apoyado, en tus labios,
Con la mirada de tus ojos,
En el calor de tus abrazos,
Y en el silencio, del corazón apagado.
Este, es el momento exacto,
Donde dejo mi cuerpo, en tus manos.
Yo seguiré soñando,
Como los niños juegan,
Y los adultos, andamos tropezando.
En esta primavera, ya entrada
Salgo yo de mi huerto,
Con una ramita de almendro entre los dientes,
Y un puñadito de tierra de mi Pueblo.