Yo que he visto tú alma navegar,
buscando sueños eternos,
no me preguntes
donde está mi amor,
que se lo llevó el tiempo,
quisiera volverme sombra,
seguir tus pasos,
sin que veas mis desvelos,
rescatar tus labios,
y guardarlos en un beso,
rodear tu cintura
y apretarte con loco celo,
cálida y bella mujer
que conocí una noche de enero,
de mil novecientos ochenta,
y tantos divinos momentos,
templanza necesito
para recorrer tu cuerpo,
y no morir en el intento,
darle puerto libre a mis manos,
para que acaricien tu pelo,
que se regocijen excitadas,
en la tersura de tus pechos,
y enloquecer mis sentidos
como la vez primera,
detener el tiempo en mis brazos,
y que seas mi amor sempiterno,
no me preguntes
donde está mi amor,
que se fue a otros cielos,
universo de nostalgias
demoraron ese vuelo,
tardanza sin sentido,
destilando recuerdos,
tan solo recuerdos.
Víctor Bustos Solavagione