Sonríes y el tiempo se mece
con movimientos ideales,
con ritmos carnales
y el viento se estremece.
Las verdades que ofrecen
con principios finales
son remedios naturales
para tus tozudeces.
El día en que anocheces,
alegrías tras cristales,
todas buscan señales.
Sólo a ti te obedecen.
Sus ojos, sus timideces
se sienten especiales,
y sus mentes espaciales
con tu fuego se humedecen.
En sus cuerpos permanecen
los recuerdos desiguales,
los calores y los males
que tienen cuando apareces.
En pasillos jugando ajedreces
con fichas superficiales
en las que vuelves reales
todas sus insensateces.
¿A qué dioses perteneces?
¿A qué clase de inmortales,
que haciendo cosas tales
a las fieras adormeces?