La luna ya no brilla como antes,
ha enfermado la luz de su alma,
hace tiempo que viene lloviendo
y en el mar se le arruga la cara.
Ausentes las estrellas
de aquel oscuro cielo,
siente como la lluvia
le va mojando su pelo.
A medida que sus años descalzos
se hunden en alguna playa,
la tormenta siempre la persigue
vaya ella donde vaya.
Y así como entierra su huella
esa ola del gran océano,
se le va consumiendo la arena
al reloj que le arruga las manos.
Anochece a través de su piel
el amor que ella siempre añoraba,
como el sueño fugaz de una vida
que tarde o temprano se acaba.