Maldecido,
efimeramente bendecido,
antes tocado
ahora hundido.
En afilado frio derretido,
ayer aferrado
hoy derrotado,
agujereado y vaciado.
Aquel aleteado cielo escarpado,
rozandolo,
cayendome
alicaido,
en un descenso desenfrenado
y finalizando
tendido sobre un suelo agrietado
dolorido,
el mundo cayendome encima
y yo debajo
aplastado
y enamorado