¡Oh sobre la hermosura más hermosa eres!
mengua mi palabra, ¡racimo en el páramo!
¿se forja en el calor ajeno, tu substancia acaso?
Déjame que calle anochecido,
yo tengo la bandera de la memoria.
¡No bastó la sombra para cubrir tu beso!
soy sin el cuerpo de la llenura,
soy aquel que entumeció el silencio,
aquel que miró tus senos de harina.
¡Ay boca lusitana! Era de ti el veste gutural.
yo te encuentro callada en la postura,
mas, y yo sé, yo sé que suspiro a veces,
yo no sé, no sé porqué quiere tanto el alma
ni el porqué caen de golpe las celosías
como las voces tiernas que aún te aguarda el nido del gorrión.
¿qué piedad es esta, de silencios acerados?
yo le debo mis huesos a la muerte
y tú vistes por alegre, tus manos de ajorcas.