¿Como se construye una Casa? Desde los cimientos ...
Ésta es una de las primeras frases que recuerdo... de todas las que dijiste.
Creo que el problema está en que no todos somos arquitectos, sobre todo cuando se trata de la vida o del amor. Entonces me pregunto: ¿Cómo se construye el amor?
Una vocecita repite en mi cabeza: con confianza, con confianza y más confianza ...
Y se vienen de golpe a mi memoria los recuerdos, sí, esos mismos que traté de sepultar para poder volver a sonreír, para poder enseñarles a mis hijos que era posible volver a empezar.
Pero hoy comprendo que esos recuerdos son una parte de mi historia y también de la historia de mis hijos. Una historia que ya fue escrita y de la cual no puedo borrar ningún episodio, porque no se borra lo que sucede, porque el tiempo no retrocede, porque las palabras pronunciadas no vuelven a los labios. Porque las lágrimas caídas, son como soldados que se rindieron ante el enemigo. Porque los besos que se marchitaron dejaron en la piel una huella invisible, pero huella al fin.
Y por que, en definitiva, en el alma la herida no cicatriza nunca, es como una grieta que se abrió y quedo allí instalada para siempre.
Intentábamos construir ... y hablabas de bases y cimientos .
Tal vez fue la juventud y la inexperiencia. Tal vez fue la precipitación, la prepotencia de creer que el tiempo es un aliado que resuelve todo. Tal vez pensar que el problema eran los otros, cuando en realidad éramos nosotros.
Y fuimos construyendo como nos salía ... con la inmediatez de los que quieren apurar el tiempo para resolverlo todo.
Pero sobre la marcha se fueron presentando los inconvenientes, los contratiempos, las diferencias.
A veces algo se rompe y uno, que esperaba tenerlo a su lado para toda la vida ... intenta pegarlo una y otra vez. Junta los pedazos y los une cuidadosamente la primera vez y piensa con satisfacción (con una estúpida satisfacción) que no se nota el arreglo, que quedó casi como nuevo.
Pero ese \"casi\" es precisamente el problema. Esta palabra chiquita de cuatro letras encierra todo un mundo de detalles que hacen que nada vuelva a ser ¡gual. Porque precisamente ese \"casi\" habla de lo que no alcanza, de lo que falta, de lo que no ocurre, de lo que no existe. De la pequeña parte de un todo que no se completa.
Y si ese algo se vuelve a caer, una y otra vez, a medida que ésto sucede, ya ni siquiera tenemos esa estúpida satisfacción de haberlo arreglado. Porque aunque pongamos mucho empeño para arreglar una a una las pequeñas grietas, ya no coinciden las partes que queremos unir y sólo queda un objeto desgastado ,obsoleto, viejo.
Eso pasó con lo que construimos, se nos cayó de golpe, demasiado pronto y no pudimos sostenerlo entre las manos ... y se rompió. Supongo que todo era parte de los obstáculos propios que debíamos enfrentar en nuestro camino.
No pudo ser para toda la vida.
Pero lo terrible no fue que los hechos no coincidieran con los sueños que una vez tuvimos , sino que los hechos rozaran el umbral de una pesadilla.
El amor que jurabas, que prometías entregarme eternamente, el mismo que brillaba en tus ojos cuando no existía el mundo alrededor, se estrelló contra el piso y se partió en mil pedazos.
Tal vez fueron los gritos, las órdenes que impartías como si yo fuera un soldado y tú el General.
Tal vez fuera el acto de chasquear los dedos y echarme de la casa como si fuera un perro.
La sensación que más se viene a mi mente es la incredulidad, que iba abriendo más y más los ojos. Como un viento helado que me azotaba el cuerpo y se instalaba lentamente en el pecho. Mirarte y no comprender cómo alguien que decía amarme tanto podía hacerme tanto daño.
Que no te dolieran mis lágrimas. Que no te importara la terrible angustia que me apresaba la voz.
Doblegarme sobre mi propio cuerpo y caer de rodillas rogando en silencio que todo terminara de una vez.
¿Hasta cuándo se puede tolerar la injusticia?
¿Hasta cuándo se puede tolerar la humillación?
Ese negro vacío que va apoderándose de los sentimientos y devorando entre sus fauces cualquier vestigio de ternura. Es como un agujero negro donde quedan sepultados los buenos recuerdos y se pierde para siempre la pasión.
Ya no reconocemos nuestra mirada frente al espejo. Esa mujer que refleja el espejo es una mujer desconocida con una mueca amarga que nos mira y a la cual debemos enfrentar para disimular las marcas del dolor que se clavan en el rostro.
Tantas mujeres... Que como yo, piensan en esos ojitos más pequeños y en sus preguntas. En esa inocencia a la que es tan difícil explicarle la maldad.
Pero no la maldad de otro niño que levanta la mano o que rompe sus juguetes. La maldad de un adulto al cual ven como su ídolo, como un rey, como un héroe.
Tantas mujeres, como yo , hoy pienso en todas ellas. En todas sus lágrimas. En todo ese miedo contenido y en la valentía que las hace enfrentar día a día, noche a noche, ese miedo.
En todos los sueños frustrados. En todas las esperanzas aplastadas. En todas las ilusiones tiradas a la basura.
Es difícil tomar de la mano a un hijo y contarle un cuento, es difícil tomarlo en los brazos y cantarle una canción de cuna, cuando una sabe que en el cuarto de al lado descansa su peor enemigo.
Saber que ya no hay curitas ni vendas o telas adhesivas para arreglar lo que se hizo añicos en el alma.
Que hay que tomar una decisión y buscar el cómo. Pero que las puertas y las ventanas están cerradas y la oscuridad nos rodea y se va cerrando junto con los ojos que prefieren descansar y secarse para iniciar al otro día de nuevo la batalla.
Entonces una vuelve a pensar, una y otra vez y otra vez más en esas caritas sucias de galletas, en esas manitos extendidas, en esa palabra de cuatro letras que sale de sus bocas pequeñitas.
¿Como se reconstruye una casa?
Ah... Con las Manos, con las uñas, con los dientes, con las piernas, con los brazos, con la fuerza que sale del corazón y que nos empuja a luchar por lo que más amamos . Y comprendemos que no somos débiles. Que no hay mayor fuerza que la fuerza del amor y más aún del amor incondicional de una madre.
Porque nosotras somos esa casa, ese hogar en el cual se refugiarán cuando las cosas no salgan como querían.. Porque nosotras somos los cimientos sobre los que construirán su vida.
Porque naceremos y renaceremos entre los escombros, empujando desde el fondo, escarbando, explotando desde el centro para crecer y desarrollarnos, tomando lo poco o lo mucho que podamos conseguir para alimentarlos con lo que llevamos dentro.
Cuando el amor se enferma, el mas lastimado es el otro. Y en ese círculo vicioso entre agresiones verbales, físicas, económicas y el perdón junto con la promesa de no hacerlo más, la víctima no es el enfermo, el aislado no es el enfermo, es el otro.
Yo fui ese otro que tuvo que estar en cuarentena. La víctima de tus arranques de locura, de tus celos injustificados y desmedidos, de todas esas dudas que carcomían tu cerebro y envenenaban cada uno de los momentos que deberíamos haber compartido como marido y mujer , juntos, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y la pobreza , respetándonos y amándonos.
Pero también fui la mujer que fue capaz de hacerle frente a tu locura. La víctima que pudo escapar de su victimario. Una moribunda que en medio de su agonía se levantó y fue capaz de llevar adelante a su familia.
Y en medio de toda la destrucción, en medio del caos, en medio del derrumbe total ... fui la flor que logró abrir sus pétalos en medio de los escombros.