Tu pupila es azul y cuando Becquer,
me llenaba el alma con sus rimas
pensaba lo hermoso que sería
que alguna vez y sin temores, fueras mía...
Ya no quedan en mí esos momentos
que vivía junto al winco y una flor
sólo queda observar los movimientos
que produce la gente alrededor.
En la loca carrera cotidiana,
escuchando nervioso un celular
solo espero la noche con su sombra
que me cubra hasta que se abra el mar.
Ya no mas la vida de derroche
ya no mas la pena... el metejón,
las palabras dictadas por la noche
o tu amor guardado en un cajón.
Nada queda de aquellos años locos
ahora solo tenemos que correr
el tiempo poco a poco nos ultraja
y estamos tal cual una mortaja
blanca, fría... amarga como hiel.
Más… no todo está perdido,
intentaré que dentro de mis noches
pueda dibujar tu cuerpo extraño de mujer
y, aunque sea con miles de reproches,
poder grabar tu amor bajo mi piel.
Mario Ranero