Hola, Raimundo... ¿qué tal?,
¿cómo dices que te va...?,
¿te va bien o te va mal...?
Como sé y veo, estás
con ideales ambiguos,
tienes un montón de amigos,
unos aquí, otros allá,
y dices ser de la Iglesia
(la que fundó Jesucristo).
Te metiste en política
y también en sociedad
de ayuda y beneficencia
para la comunidad,
te gusta el arte, la ciencia
y en un club también te vas...
¡tu agenda está repleta
con tanta actividad!
Tienes tu filosofía,
me quieres siempre explicar,
piensas en cambiar el mundo...
¡Raimundo, Raimundo, hermano,
¿crees que lo conseguirás...?!
(¿al mundo greco-romano
de consumo-comercial?)
¿No te recuerdas que el Rey
nos prometió que al final,
junto con todas sus obras,
en su ira, lo quemará...?
¿y piensas edificar...?
(No lo llames “Evangelio Completo”,
¡llámalo mundo nomás!)
El mundo no tiene remedio,
sólo le debes hablar,
denunciando sus mentiras,
sus pecados, su maldad,
su incuria, desidia total,
ante la necesidad
en que la gran mayoría
de los hermanos están,
o, ¿qué cosa es otro humano,
acaso un animal...?
El Verbo se hizo carne,
¡Dios mismo hecho tu igual!,
y aunque Él ya lo sabía,
¿viste dónde fue a parar...?
Él ya nos marcó el camino
y habrá que caminar,
y no con un solo pie...
¡y menos dar marcha atrás!
Pero tú, hermano Raimundo,
quieres hacer la tuya
(por lo que tengo ya visto),
con un pie estar en Cristo,
con otro andar por el mundo.
¿mantendrás el equilibrio
cuándo el Señor lo destruya...?
En realidad lo que pasa
es que el mundo te gusta,
pero el Infierno te asusta
y te quisieras salvar;
yo te quiero aconsejar
para que tomes partido,
si eres amigo del mundo,
¡eres de Dios, su enemigo!
No es que me quiera burlar
o tratarte con desprecio,
tú no eres ningún necio
y sabrás dilucidar:
Si vas a pagar el precio...
y ¡qué cosa comprarás!
Una cruz, desde El Calvario,
te reclama como hijo,
El que te compró, también dijo
que como Él debes andar;
y si quieres alcanzar
el premio que hay en el cielo,
del mundo remonta vuelo...
Él, ¡las alas te dará!