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A DON ALBERTO DOGLIOTTI...

 

Conozco un caballero de traje blanco

sentado en su sempiterno piano 

de albura celestial.

 

El maestro Dogliotti pareciera

tener ochenta y ocho dedos

y toca con tal dulzura las canciones

y tangos del río de la plata

y de su querido Uruguay

que pareciera

que su armónico instrumento

se volviera cristal.

 

A Don Alberto Dogliotti

jardinero de campos celestes

de los celestiales valles

de nuestras entristecidas almas

en nuestros compungidos corazones

tú por siempre morarás

iluminando con sonidos etéreos

plenos de melancolía

a todos aquellos que te aman

y nunca te han de olvidar.