No me quites mi teléfono, al padre decía su hija,
Golpéame si tú quieres, pero esta ventana es mía;
Me quitaste libertad, me prohibiste cuanto digo,
¿Quieres cortarme las alas para aumentar mi martirio?
Esta llave que no ves, me permite soportarte
Pues con ella me libero y hasta quiero perdonarte;
Pero no mi celular, se ha convertido en testigo,
En compañía sincera o en agradable abrigo,
De mis constantes problemas, es radio, video o palabra;
Es risa, llanto o delirio es mi fuerza y mi nostalgia,
Es esa mano tan franca, el momento divertido,
Con otra cosa castígame, pero no con este amigo;
El padre no comprendía, de aquella niña su apego,
La dejó sola en su cuarto, reflexionó aquel momento:
Nuestra realidad se fue, nos ha devorado el tiempo:
Un nuevo mundo virtual: máquina sobre cerebro…