con partículas fecundas de tu voz,
si hasta el eco preciso fue esquivo y sumiso
que a mi tímpano adormeció.
¿Como pudo tu silencio continuar secreto
y tu imagen lejana proseguir fluyendo
en la inspiración clara y confusa
de este siervo que te olvida… nunca?...
Que mis versos no te abracen sin sentido
y mi sola equivocación ni una haya sido,
pues las suplicas en las hojas de este libro;
librara la culpa con que fui sometido…
En la nota conmovida de un aplauso,
entre dudas certeras y perdidas.
Siembra el árbol en su fruto la vida
y en su sombra diurna y de luna me abriga.
Todo he sabido de algo,
mucho he aprendido de nada.
Ahora del abismo estoy a un salto
y de la cúspide a tan solo un paso...
Y al no estar cuando vuelvas,
no es para que me busques
en los ojos que invadió la imagen;
ni en las mentes fieles del recuerdo…
Comienza a encontrar en los caminos
que frustro el destino,
convivencias positivas,
mundos coloridos…
Tú bellísimo, e inimitable paisaje
que a tu rostro asemejarse tanto quiso.
Este atardecer lo perpetuo tu adiós
con tú sigiloso y estruendoso alejamiento,
De las últimas acciones de ese tiempo;
fue no olvidarte y eternizar la prosa de mi lamento.
Pues… clara con el trueno
fue la noche más profunda,
en tus palabras ante las mías absurdas.
Y la lluvia clausuro sin piedad a las dudas,
y todo se dijo al callar las preguntas…
Más… no sé donde
lenta y a prisa
con tu fragancia viene esta brisa.