Siento un terrible dolor,
pero el dolor de la ausencia
metiéndose en mi alma,
no el de la separación,
porque seguimos ligados
aún fuera de este mundo.
Siento una gran soledad
pero la soledad de no verte
llenándome la mirada,
no la de no tenerte,
la de buscarte y no encontrarte,
pues siempre vives en mí.
Mas no siento que te hayas ido,
porque te amé y te amaré
con cada uno de mis latidos,
con cada uno de los recuerdos,
en cada silencio de tu sonrisa
y en cada espacio de ti vacío.
A mi padre…
e.g.