Un espejo, una cama, un día
en un mes y año que no importan
desde que el tiempo se muere,
desde que el tiempo asesina.
Un esfero y un papel
una nota y un trago amargo
la muerte es dura lo sabes
más cuando ya se ha visto en la ventana.
Quizá ante el miedo latente
la moral y la fe se han ido al diablo
y el metal frio o la soga gruesa
de la nada pasan a ser el puente
entre una pena humana y otra eterna.
Pero el muerto es muerto
aun disfrazado de vivo
y no escucha y no atiende
ni a la voz que fue su alma
ni al vacío que solo alberga
Ad portas de la muerte
o suicidio
como por cariño y desprecio llaman
un tierno sermón reza
quien también vino y se fue:
para morir todos hemos nacido.