En mi boca nocturna el amargo deseo
porque caen tus abrazos,
y el amor se hace pobre, habitante de los mundos.
Tu amor
¿sabrá que la ciudad vendrá por mí con sus temibles huestes?
¿que desapareceré entre las constelaciones sin tu deseo?
¿de quién eres, desolado?
¿de quién?
¿acaso de la furia?
¿de la fuga?
¿del silente frío de todos los inviernos?
¿del retumbo del aullido y la piel de nieve de todas las bocas de lobo?
Siento el amor irrenunciable, como si no pasara nada.
Pero no serás tú, y yo no pido mucho:
apenas unos párpados en vuelo,
una flor que huela al tiempo que nos queda,
una fiesta transparente,
un lenguaje encontrado en la noche aquella
en que tomaste mi abrazo
y dormimos ciegamente
hasta salvarnos.
G.C.
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