Volverán los reinos de Sodoma
y Gomorra a hacerse realidad;
y otra vez, homosexuales por las calles,
exhibiéndose andarán...
Pero aquellos Lot y Abraham,
hermanos, ellos... ¡no estarán!
Volverán las tupidas madreselvas
a ser escaladas por los fornicarios
y, en sus lechos, las muchachas, a sicarios,
¡en lujuria complaciente, atenderán!
Pero aquellas vírgenes sensatas,
que guardaban con honor la castidad,
aquellas que merecen buenos hombres,
ésas... ¡escasearán!
Volverán los mensajeros a las calles,
a Ti y tu Reino predicar;
y otra vez, con folletos en sus manos,
¡se prodigarán...!
Mas, Jesús, ¿cuándo vengas en tu Gloria,
a cuántos obedientes hallarás?
¿No serán aquellos que murieron
entregando sus vidas por Tu Nombre?...
¡Sí, serán todos aquellos hombres de fe!,
¡Cómo no serán, bien lo sé,
los que hicieron por dioses su dinero,
sus casas, sus autos, sus vestuarios!
¡No serán, pues, los hipócritas avaros
que llenan las religiones...
ni ningún mentiroso, ni ladrón, ni fornicario!