Tu mirada
algodonada,
adosada a tu risa,
se desliza
por mi alma.
.
Tu risa de playa
y tus labios de granada
me acarician,
como suave brisa
en la montaña.
.
Tu dulce mirada,
de alba,
se esparce tranquila
y se queda dormida
sobre mi almohada.
.
Tu mirada de lluvia,
tan tuya,
en noches calladas
caen como cascada
de ternura.
.
Tu voz de miel,
es clavel,
que adorna el jardín
tan sutil,
de mi ser.
.
Tus manos aladas,
embriagan,
sus tiernos movimientos
colocan acentos
a mis palabras
.
Tu ser pleno,
sereno,
en cuerpo y alma
se desgrana
entre “te quieros”
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Autor: Alejandro J. Díaz Valero
Maracaibo, Venezuela