“A quien no puede caminar ya entendí,/ aunque ese no sea mi caso,/ cuando quise caminar sin ti.../ y no pude dar ni un paso”.
Estás pegada a mi piel, a todas mis ansias,
pesan mucho entre tú y yo las distancias
y algunas cosas más que no vienen al caso.
Nos separan los kilómetros que se cuentan,
y nos unen las necesidades que se presentan
de un beso, de una caricia o de un abrazo.
Estás pegada a mí y dejándome tu huella,
nada me importa irme ahora detrás de ella
tan sólo para que choquen nuestros alientos.
En un instante se despertarían mis sentidos
y con seguridad llegarían hasta tus oídos
secretos de mí que he revelado a los vientos.
Secretos íntimos que hablan de tu desnudez,
de cómo te imagino así una y otra y otra vez
y me veo escalando cuestas en tus montañas.
Cuando en un lenguaje que captan las caricias,
te digo con tu presencia cuánto me beneficias
y con tus ausencias sin saber, cuánto me dañas.
Estás adherida a mi cuerpo, traes sensaciones
y sentirte así de cerca me regala emociones
que con nada que imagine son comparables.
De todas las riquezas de tu cuerpo soy dueño,
aunque mucho de lo que sentimos es un sueño,
en mi realidad paralela serán cosas probables.
Junto a mí te siento, a mi lado, aunque no estés,
pero es que el amor es así de increíble, ya ves,
logra que estés cerca aunque te sepa de mí lejos.
Cuando la noche pensando en ti resulta perfecta
y la luna ilumina, siento en la luz que proyecta
que tu amor viaja en ella emitiendo sus reflejos.
Creo en los derechos de cada uno, en el tuyo
de amarme, circunstancia a la que a veces huyo
y en el mío de amarte, si logramos escaparnos,
pero me grita en el alma mi ansia, mi deseo,
que aquéllo entre los dos en lo que más creo
es el derecho de unirnos sin derecho a separarnos.
Poema original de Álvaro Márquez
Nacido en Caracas, Venezuela
Todos los derechos reservados
Correo: [email protected]
Twitter: @poreros
Publicado el 22/4/2015
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