Te veo dormida, mientras el sol mece
tu cuerpo perfecto con olas doradas,
el calor abraza tu piel de aceituna,
que traspira esencias de gardenias blancas.
El aire despacio te acaricia el rostro,
y un rumor de trinos, arrulla una cama
de hierbas y flores; aquella que anoche
abrió el paraiso, para nuestras almas...
Más abajo el río, recuerda la gloria
de ayer, cuando todo tu cuerpo besaba;
y le pide al cielo que el calor te empuje,
vestida de espuma de nuevo a sus aguas.
Muy pronto mis manos quieren despertarte,
con caricias nuevas que tu piel abrasan,
y busco en tus ojos luces infinitas,
que al mirar los míos, me ahoguen el alma.
Me duelen los labios, por cada minuto,
en que no me besa tu boca adorada,
Despierta !, que me arde la sed de quererte,
y dentro del pecho, la pasión me estalla!.
Despierta!, que temo no estar en tus sueños.
Que tus ojos negros me muestren galaxias
donde por caminos de polvo de estrellas,
me lleve a la gloria de Dios, tu mirada...