Camino sin talones y sin fe
Por el trunco muelle devastado
Donde los clavos duermen y vomitan
Sobre maderos cortos su vejez.
Las agujas salinas y los barcos
Apilaron en la niebla sus cadáveres,
Se escucha remotamente la vida
Bregando entre redes y zarpazos.
Se abre un intersticio hacia la espuma
En cada paso medroso, incalculado.
Óxido de rieles hace tiempo proscritos
De soledad penetran la ternura.
Es el puerto mismo, en la tragedia,
Que solo acoge un corazón que danza
Entre leves fantasmas de unos muertos…
Un corazón tan mío y que me asedia.
Y este muelle como un puño declinado
Avanza con demora en el misterio
De ese mar con cabinas y siniestros…
De ese mar no besado y olvidado.