Cual ráfaga de luz
rompiendo mis tinieblas
llegas así, de improviso
sin anunciarte
y desapareces igual
sin avisarme.
¿Atisbaste mi alma que está triste?
No, porque es mucha oscuridad
para un solo rayo;
un instante de luz que me deja
la certeza de que aún sigo en tinieblas.
Pero fue bueno ese instante
semejante a una gota de agua en el desierto;
una palabra que rompe el silencio
en el que me confinó tu indiferencia.
¿Sabes?
aún guardo la cadena interminable de recuerdos;
aún abrazo la almohada pronunciando tu nombre
hasta que mis párpados se cierren
y en los labios el triste pero dulce sabor de tus recuerdos.
Porque este amor te dije un día. ¡Es para siempre!