Nuevamente me inspiras, querido viejo,
mi alma siempre llora al pensarte lejano,
dejando mi capa atrás, inundada en llanto.
En cualquier fracaso, necesito tu sabiduría,
mi querido viejo, ¿por qué me has dejado?
Mi semblante empapa una lluvia torrencial,
mis lágrimas son sollozos de alegría y dolor.
Prefiero dormir en silencio entre mis letras,
y regresar al pasado con líricas radiantes,
para decirte cuánto te extraño, papá.
Es difícil expresarme sin tenerte aquí presente,
tu cuerpo nunca más volverá a estar.
Pero en mi alma y mente vives profundamente,
y aunque con nostalgia satisface mi desastre,
sé que el cielo festeja tu presencia.
Tus enseñanzas siempre serán mi abecedario,
tus preceptos serán el fundamento de mi vida.
Para borrar ese dolor tan grande y duradero...
cada vez que respire, te recordaré,
¡padre mío, te has ido! Y yo lloro tu ausencia.
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