Aliento seco,
besos arrepentidos,
besos no ofrecidos,
besos, solo idos;
sentimiento vacío
por la palabra no dicha;
pretexto maldito
que evito que nuestros ojos,
ventanas de perversión,
volvieran a ser uno solo.
Pensar tontamente
en lo que pudo ser,
pero no fue;
vagar errante
en el mundo de suponer,
como el barco que naufragó.
Luego oí el grito:
\"¡Tierra a la vista!\".
Me devolvieron a la vida
su sonrisa y su mente,
su mirada, vaya brillo
elocuente y penetrante,
aquello por lo que nunca
he dejado de pensarte.