Sin decir a su Paris adieu
se desterró a un vacío intemporal,
su libertad puesta en pelígro por una horda de ovejas teutones,
vestidas con camisas negras,
siguiendo su líder a ciegas hasta su propio sacrificio
Él cierre sus ojos en espera de las tinieblas,
en el firmamento estalla una tempestad,
truenos y relámpagos anuncian su llegada
para participar en su ritual
La pasión bautiza las sábanas,
el embrujo induce una cataclismo de los sentidos,
sin resistencia se entrega a sus caricias
en plena abnegación
Ella susurra sus secretos en su alma,
sus labios voluptuosos seducen sus defensas,
juntos aventuran en una misión cósmica
en busca de ella misma y sus ideales abandonados
Él abre sus ojos a sentir nostalgia por su ausencia,
un reflejo en su espejo de mano significa
un recado que la búsqueda continuará,
al regresar su químera amante, Metropolia
La foto por cortesía de Jérome Coppo
www.fotocoppo.nl