A aquel cielo nocturno
A dónde va el poeta
sino en la noche,
vigilante con su luna
cuando ella acechante
se codea con las estrellas
y es su solo clamor
el canto con las centellas
va alardeando de placeres
y de amores nuevos,
cada pétalo y cada aroma nuevo
le demudan el extasiar infinito
de nacer y de morir al dolor;
las brumas son solo instantes
de dicha y descontrol,
palpitar y de nuevo morir
en los versos del Seol,
el mirar de su cielo
ansiar eterno del desvelo
resurgir y vivir sin freno
por la espesa niebla
que agita a la luna
tras el instante vivir.