anbel

¡Maldito beso robado!

Sola sentada en el sillón de su impecable salón lloraba desconsoladamente. Por más que lo intentaba no podía dejar de llorar. Se sentía tan mal que hasta náuseas sentía.

Había quedado con él a las seis de la tarde. Con toda su buena voluntad le había pasado una nota a escondidas, en la que lo citaba en su casa, recientemente estrenada, para que pudieran relacionarse libremente y así conocerse,  muchísimo mejor.

Tras haberla rondado varios años, le había robado un beso en la boca, su primer beso, con lo que ella irremediablemente cayó en sus redes. No era tonta, y le habían llegado comentarios, pero evitaba juzgar a las personas por los simples comentarios, pues cada uno contaba las cosas según le iba, y siempre prefirió juzgar a las personas por su propia experiencia con ellas, no era de las que se dejaba influenciar fácilmente por lo que le dijeran los demás.

Lo cierto es que con ella siempre había sido un buen compañero, lo mismo que ella con él. Y tras dos años de trabajar esporádicamente juntos, se fue estableciendo una buena relación entre ellos.

Nunca pensó que se pudiera fijar en ella como algo más que una compañera. Por otra parte era conocida por su profesionalidad y por ser demasiado responsable en lo que hacía, además de seria en su trabajo y se la respetaba por ello.

Pero con aquel beso robado, había derrumbado todos sus muros. Siempre le había parecido muy guapo, alto, delgado, con sus ojitos azules muy vivos escondidos detrás de unas gafas que lo hacían más interesante y su pelo negro ondulado que por alguna zona empezaba a ralear…o al menos así era como lo veía por aquel entonces…y los catorce años que él le llevaba aun lo hacían más atractivo para ella.

Pasadas las seis de la tarde, intentaba buscar explicaciones de por qué no llegaba…Se dijo a sí misma que tras leer su nota, si no estuviera en su intención acudir a la cita, la habría llamado a su móvil y no había sido así…entonces si no llegaba sería que no sería puntual, o porque habría mucho tráfico, o simplemente porque le habría surgido algún imprevisto…pero los minutos iban pasando y las medias horas se convirtieron en horas por lo que comenzó a preocuparse…¿le habría ocurrido algo malo?...empezó a inquietarse….

Él, le había dicho que si quería algo tendría que arriesgarse…y ¡pobre ingenua!, vaya si se arriesgó…por aquel maldito beso se arriesgó a todo…incluso a ser la otra…si no ¿porqué la habría besado?….si la había besado era porque la quería se decía a si misma….

Y sí se arriesgó, y se arriesgó de tal manera que hizo lo que tantas veces se dijo que no haría.

Fueron dos encuentros sexuales y furtivos…el primero, y nunca mejor dicho, el primero para  ella, fue en un hotel que para más inri había pagado ella, tras una sencilla y poco costosa cena, que había pagado él…pues era muy listo y con el tiempo se vio que aprovechado también. La experiencia no fue muy buena para ella que prefería no pensar en eso, pero si para él que al poco de terminar con la excusa de que se le hacía tarde, la convenció para abandonar juntos el costoso hotel…dolorida y sangrando ella… y satisfecho él…Pero era tal la pasión que ella sentía que ésta nublaba su visión de la realidad…

Ya habían pasado dos o tres horas y seguía sin dar señales de vida, y mientras le empezaban a caer sin darse cuenta las lágrimas por las mejillas, siguió recordando, lo que ahora, de repente se tornaban en dolorosos recuerdos…

Se siguieron encontrando en el trabajo como si nada, y a ella la sorprendía que no la hubiese llamado en ninguna ocasión, ni que cuando coincidían, él no mencionara nada, …seria por discreción pensó ella…hasta que al cabo de unos meses en una hora de descanso común para los dos, la cogió con su ímpetu de masculinidad y la poseyó de nuevo, y ella se dejó poseer , pensando que a partir de ahora todo cambiaria…porque si no para que la había buscado de nuevo…así que pensó que era porque la quería…¡pobre ingenua!...

Pero todo siguió igual y cuando coincidían, era como si no hubiese pasado nada. Era tanta la pasión que ella sentía que hacía que no le importara nada…¡increíble para su forma de pensar!… pero todo se lo hubiese permitido…hasta si se hubiese quedado embarazada no le habría importado…pues a su inocente pregunta…¿y el preservativo?...él le había respondido con un “no te preocupes”…y en verdad era que para nada le habría importado, ni  ser la otra ni el que pudiera haberse quedado embarazada, pues tenía medios para en caso de que sucediera hacerse cargo ella misma del bebé, fruto de lo que pensaba era amor, sin preocuparlo a él de nada…¡Pobre tonta!...

A medida que iba recordando todo lo que había tenido con él, de repente lo vio claro…en realidad ¿qué había tenido con él?...¡absolutamente nada!...había vivido una ilusión, una ilusión que él supo crear…una falsa ilusión, tan falsa como él…y de repente se le quitó el velo que le cubría los ojos…y supo que jamás acudiría a la cita….

Petrificada como una estatua, pálida, sintiéndose enferma en cuerpo y alma, permaneció sentada en su sillón llorando desconsoladamente…su ilusión, sus planes, su intención  de estar siempre preparada para él, de ser su amante compañera, de acompañarlo en su vida paralela para con ella, se esfumó….se sentía burlada y utilizada…estaba claro que él había conseguido lo que quería, a la inalcanzable que muchos habían pretendido y no habían conseguido…a la buena chica, que sabía que jamás lo perjudicaría…

Seguía llorando y hasta oía sus propios hipos, pero salvo eso era como si estuviera anestesiada…después de lo intenso de sus sentimientos ¿cómo era posible que no sintiera nada?, ni frio ni calor, ni hambre ni sed…solo dolor, un profundo dolor en lo más profundo de su ser…el dolor del engaño…

Pensaba en lo bonito que resultaría este encuentro en su acogedora casa, se había imaginado en como seria todo…en como discurriría todo, libres sin tener que andar a escondidas…totalmente libres por unas horas…y todo había quedado en nada…por primera vez se sintió totalmente vacía…

No sabía cuántas horas había pasado sentada en su bonito sillón, pero ya era totalmente de noche, apenas se veía nada, salvo la claridad de la luna que se colaba a través de los cristales tintados de su galería…de repente le pareció oír un teléfono que no paraba de sonar…ni supo como tuvo fuerzas para cogerlo…pero la voz que oyó la reconfortó…era la de su querida madre  la que nunca le fallaba y con la que tras preguntarle –Pero, ¿qué te ocurre, mi niña?, se desahogo…y juntas se consolaron y juntas también lloraron….y todo ¡por un maldito y destructivo beso robado!...