La palabra es el refugio
para abrazos perdidos,
para besos extraviados,
para miradas ausentes.
La palabra es un antídoto
contra la picadura
de ciertos recuerdos,
la mordedura cruel
de algunos bichos
que se esconden profundos,
detrás de los desencuentros.
La palabra es ala
y es viento para flotar,
sobre las nubes del tiempo,
para viajar descalzos
por sobre campos sedientos,
por sobre veredas verdes,
por sobre duros desiertos.
La palabra es instrumento
en manos del corazón,
son los pies de la razón,
semillas del pensamiento.