Él era un tipo sencillo, muy humilde y sensible, pero esas noches de su presente solitario lo volvían más sensible que lo normal, no podía dormir me contaba aquel escritor; lo miré y le pregunté -por qué no podés dormir? Qué sentís?, y él me contó con la voz cortada:
Siento como acarician las páginas de mis libros, en algún lugar del mundo, puedo sentir que me leen. En este instante alguien está abriendo la puerta de uno de mis libros, pero eso no es lo que me preocupa, sino que tengo miedo de que una vez que entren, ya no puedan salir de él.