Hugo Emilio Ocanto

El alba de un nuevo amanecer (Poema) Autor: KAVANARUDÉN Interpreta: Hugo Emilio Ocanto -GRABADO-

Sentado al borde de mis pensamientos estaba. Acariciando uno a uno mis sueños. Peinando serenamente mis deseos más profundos. Despreocupado de la vida, en soledad perfecta y deseada. Escuché una voz interna, fuerte que me preguntó:

 

¿Quién eres? - La pregunta resonó profundamente. Sin temor alguno, mirando hacia la nada, con corazón firme al igual que mi voz, respondí:

 

Soy solo una gota de agua en el mar inmenso del universo.

Un simple y humilde forastero, peregrino del infinito con un corazón inquieto en búsqueda de lo esencial.

Ruaj, soplo divino de una Esencia que me prefirió existente, viviente, amante.

 

¿Qué quieres? - Resonó de nuevo dicha voz - Continué sin titubeos, oteando a lo lejos y sintiendo millones de mariposas revolotear en mi estómago:

 

Deseo ardientemente vivir en la placidez de mi existir.

Amar con todas mis fuerzas. Entregar lo que tengo, lo que soy. Diluirme en el océano intenso de una pasión intensa.

Respirar libremente el aire puro que emana de su fragancia fresca, de su esencia, de su ser.

Perder mi mirada en el horizonte, sintiendo paz profunda en mi corazón.

Caminar plácidamente en la playa, detenerme y contemplar como las olas de mis miedos se rompen para siempre, desintegrándose en la arena blanca.

Llegar a potenciar al máximo mi esencia hasta yacer dormido, para siempre, en la fresca y verde grama de mis anhelos, de mis ilusiones, mientras sostiene mi mano inerme.

 

 

¿Lo lograrás? – debí imaginarme que esta sería la próxima pregunta – un escalofrío recorrió toda mi espina dorsal. Instintivamente toqué con mis dedos la tau que tengo colgada al cuello, signo de nuestro amor. De un lado una fecha, cuando nos conocimos, del otro sus iniciales P.G.

 

¡Sí! fue mi respuesta contundente, mientras apretaba en mis manos aquel objeto amado.

El precio – continué – será elevado, pero no me importa, tengo y lo pagaré.

El sufrimiento quizás me esperará en la esquina menos pensada, lo miraré a los ojos fijamente enfrentándolo.

El temor vendrá, no es la fuente fundamental, será un destello que se desvanecerá.

La esperanza me mantendrá, el amor me cubrirá, los pasos que daré me mantendrán, porque sola mi alma no estará. Extenderé mis alas y volaré alto, perdiéndome en el horizonte inmenso, con la certeza de ser, de amar, de existir en plenitud.

 

El sol lentamente me acariciaba, la brisa me abrigaba, el canto de las aves me arrullaba. El alba de un nuevo día se acercaba.

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