A orillas de tus ojos se sentó una lágrima
reposando, anclado a tus párpados.
También se contagió a los míos.
Hasta creo que ambos lloramos.
Creo que he llorado con la tierra, con los mares,
y los vientos no han secado mis llantos
ni el sol evaporado mis mejillas.
En el silencio de mi propia verdad, deseo
que la rebeldía se expanda y que la tierra cobre vida.
Que los suelos se abran bajo sus pies y sus empresas.
Que los vientos dancen en tornados sobre sus posesiones
y que el sol tome sus vidas por derecho divino.
Fábricas de muerte, sólo construyen eso hoy los hombres.
Viven para morir en masa. Construyen su propio exterminio.