Derrotado, las manos en bolsillos
de chaqueta. Camisa desbrochada.
Aflojada con saña la corbata
y mirada extraviada con desquicio.
Atrás quedan las luces y el chirrido,
de bola de metal saltando en placa.
Ruleta que se para a todo o nada;
Los números cantados, y él, hundido.
Ella estará esperando en la antesala,
rota ya la esperanza del rescate.
Vicio que, como bestia lo acorrala.
Sólo existe una forma de librarse,
dentro de la recámara una bala,
frío hierro sobre sienes, y vinagre.
Cecilio Navarro 25/04/2015.