Hilvano el candor de tu piel
con hilos bañados de oro;
pruebo tus glorias con sabor a miel
devorando tu vientre aterciopelado,
que a gritos me pide besarlo
para elevarse al cielo en breve sinfonía.
En la alborada,
es mi querer
como dulce bocanada;
el madrigal de amor
que provoca amarnos sin pudor
y tu lazo de romance cromático
intenta apagar el fuego,
inmerso en mi ser amazónico,
desbordando las aguas del río
de tu cuerpo bravío,
donde terminamos hilvanando
nuestras pieles
ávidas de amor desenfrenado.