Es mágico pensarle cada vez que mis ojos se cierran, sentirle cerca y abrazarle sus abrazos.
No deja de ser tétrico el instante en que te esfumas, te vas de mí, de los dos.
Si le regalo mis amarras, ¿se ataría usted a mí?
Si le encanto con alegría, ¿se encantará usted a mis augurios?
Encadénate un instante, no te ates;
maravíllate, no te encantes;
porque siente más un beso encadenado que las ataduras del olvido;
porque labios dulces he notado maravillada en mis augurios.
Es mágico caminar de la mano de la brisa, pues me trae sus mejores recuerdos, ésos que anhelante a mis latidos, me hacen evocar su sonrisa en un leve parpadeo.