Para reconstruir historias tuve que recurrir a la desmemoria.
Ahogar en vino la tristeza, desterrar fragmentos del pasado.
Dejar pasar páginas por alto, para evitar sobresaltos.
Embriagarme de nostalgia, endulzarla de alegrías.
Ser directora de la obra, tener la última palabra.
Pactar con el diablo y reescribir la memoria,
hasta convertirla en historia, llenarla de euforia…
Ponerme máscara de actriz, y salir victoriosa,
mientras dure la actuación…
Miriadas