Araceli Vellber

Pero ahí se queda, la cicatriz y su aroma.

 

Esta mañana, me levanté,

  Con la intención, de desatornillar besos,

          aquellos, que se quedaron pegados, en mi cara.

          Me encontré, con la dificultad de eliminar los tornillos viejos,

oxidados de los años,

             de las lágrimas,

y del escaso, hábito de su uso.

Me aferré con mis dientes, con las manos….fue imposible

Pero ahí se queda, la cicatriz y su aroma.

De la misma manera,

         que antes tenía las lágrimas, cosidas a la piel

ahora son parte de ella,

como los ojos, cuando lloran

como mi corazón, latiendo a deshoras.

Me impuse la pausa,

    del hielo, cuando impregna, la primavera

esperando el calor de tus ojos, para deshacerla.

Recurrí, a mis uñas para separarlas

     Y ahora donde antes tenía lágrimas,

     Tengo socavones llenos de rabia.

Y en la multitud de la noche,

      con la quietud de la Luna,

      mis lágrimas,

      en fila de una, se desplazan, por mi cara

                sin ritmo, ni rima, ni compas,

     que tenga sentido,

        adolecen a lo lejos,

de la negra multitud de la ruina

y el lento caminar que deshila, cada mano

a cada criatura.

Pero ahí se queda, la cicatriz y su aroma.