Cuando la vida duele, duele todo.
Te duele desde el alma hasta la ropa,
resulta amargo el vino de la copa,
y de encontrar la luz no ves el modo.
Pero nunca desistas de buscarla,
porque esa luz existe en el abrigo
de la mano tendida de un amigo,
y en su dulce calor podrás hallarla.
Es cierto lo que digo, yo lo sé,
pues encontré la luz de la amistad
que llegó a mí vestida de verdad
y aquella nube negra ya se fue.
Si a la amistad yo hiciera un monumento,
seguro que los dos seríais su aliento.