Esta vez me dedicaré a amar las líneas frígidas de este poema
Esta vez no amaré las golondrinas blancas, los crepúsculos rosados
Ni la suerte, ni siquiera la noche y sus fábulas fantásticas
No esta vez amaré lo presente
Amaré lo sencillo que al tiempo es lo eterno
El olor a casa, El maullido en la mañana
Los ojos intrínsecos que esperan develar el inframundo de mundos subterráneos.
A mi familia que de los brazos en abrazos, son lo más vital de mi existencia
Que en mi pálpito hacen cándida forja de sueños y senderos de esos por seguir,
Con la guía fraterna hacia un más allá profundo e infinito
En el cual ni las palabras alcanzan.
A aquella mujer que del ardor merezca del noble don del lenguaje.
A los sueños que tuve en mágica infancia;
Que en trébol la suerte se abrió arrebol para inquirir lo nostálgico
Y navegar por aquellos sueños con forma de barco de papel y agua
Porque del verbo que aprendí a conjugar en la palabra
El lenguaje eterno admira con recelo, las noches de ínfulas blancas.
<>
De uno y de todos cuantos me han fraguado
Pero como esta vez hablo de amor, solo diré por último,
Déjame decirte que te amo.