Amor
cuando vi que tus huellas se perdieron en el mar
me volví sencillamente loco.
Tu bien sabes que yo no se nadar
eso tu lo sabes bien
te lo conté en el río Orinoco
y aún sin saber nadar me lancé al agua en busca de tus huellas
aunque no nade
nada.
Las estrellas ,
las estrellas que conté
que ordené
que clasifiqué en noches reveladas
y transparentes
presintiendo tu presencia hoy ausente.
No lo se con toda certeza
pero creo que ellas me ayudaron a llegar
donde estabas tu
con tu apetitosa belleza
y a no perderme
en pleno alta mar.
Y tuve la suerte de llegar a una isla verde
y azul
verde de nadar las vi verde
y azul tirado para morado de tanto que me llevó la corriente
tragando miles de litros de agua con sal
y otros nutrientes
como la cal
pero llegué
finalmente llegué
donde tu estabas
donde quisiste estar
donde se supone que debieras estar
donde quieren que tu estés
los hombres indolentes
traficantes
comerciantes
horrible gente
sibaritas del paladar
los que suelen gozar
con tu cuerpo de carne elegante
lo se ciertamente porque fui tu amante
y tu penetrante conviviente.
Y cuando por fin te encontré estabas en metida en una olla
aliñada con aceite
balsámico
con vinagre de soya y otros ingredientes
lista para entrar en el salón
donde me informaron que van a devorarte
en unos segundos más.
Mi amada centolla
siempre tan indiferente
con mis consejos
de quedarte conmigo eternamente
y así salvarte
de tu destino aciago
en una boya.
Tu obcecación tan persistente
me terminó amargando
tan de romperte
la crisma
y finalmente te llevó muy lejos
a una isla
en la misma que en unos segundos más me avisaron que voy perderte.
Tu amado doliente
el Cangrejo
Vicente
que también se lo terminaron comiendo los viejos
borrachos de siempre
por ser tan caliente.