romeo14

Primera pesadilla

Noche lluviosa en el coche familiar. Sabía que huíamos y la carretera se curvaba hacia el infinito para atraparnos. Para atraparla. Los asientos llenos de desconocidos, salvo el conductor; papá, que no era mi papá.
Yo era pequeño en esa realidad. En los de atrás a mi derecha, ella, de piel pura e inocente. Querían atraparla, los malos, los que decían que ella portaba al más malo. Por eso nos perseguía la Presencia. Presencia que al no tener cuerpo siempre correría más que el coche, que bajaba la cuesta hacia la poza. Papá había tomado una decisión. A veces hay que ser cobarde, o muy valiente. Bajó del coche con ella. Luego solo volvió él, con el pantalón mojado hasta las rodillas, al igual que los brazos hasta los codos, y la camisa salpicada de agua. Cerró la puerta y arrancó.
Lo próximo fue la habitación a oscuras. Habían pasado algunos años. Ya sabía que papá la ahogó. Para protegernos. Seguro que todo había sido un sueño. Pero no estaba tan a oscuras. Ahora se veía algo. Ahora un poquito más. Media vuelta hacia el foco de la luz y pude verla tumbada, inocente como en el coche, paralela a mí. Pero había algo más o algo menos en sus ojos. Al fin y al cabo son el espejo del alma o de su ausencia. Aunque los espejos siempre dan el reflejo al revés. Algo había cambiado o no.
-Papá no lo consiguió ¿no?
Sonrió y negó suavemente con la cabeza. Muy dulce.
-Pero yo lo vi. Entonces...la Presencia tenía razón.
Sonrió más y explotó roja y blanca. Y gritó en su risa. Y su risa se volvió luz y su luz quedó en mis pupilas mientras viajaba de nuevo a mi colchón. Esta vez si desperté en mi universo.
¿Pero quién sabe en que universo despertará mañana por la mañana?
Buenas noches, mis cínicos lectores.