Derrrotados fueron los años
buscando la luz de un faro.
Sudorosa la frente
al paso interminable
de la escondida rosa.
Ahora la espiga
vestida de agosto
al punto de la cresta nieve
se baña en el río de las flores
donde havita la rosa de olivo.
Vestida de azahar la conocí
al tiempo de las hojas secas;
almanaque podrido de letargo
llenó de crepúsculo sus sombras.
Una paz inquieta me invade
al labio que suspira alondra,
y como plato que hago de la rama,
le sirvo a ella y bebo el aire.
Y estás aquí crecida,
en el pecho de una espera,
mas, este nunca se nombró así,
hasta que tú, rosa, flor primera.