Marc Tellez Gonzalez

Pensamiento de león.

 

 

Carmín de sollozos, espléndida luz blanca que desespera por las noches negras, donde se abre la tierra del crisantemo dolido.


Es inconfesable cómo se enreda bajo las cadenas el espíritu desesperado y hambriento de una libertad fuera de la hoguera


En la penumbra, se cosecha dolor, y no existe aliento dentro de la paz; paz que que falta nos hace.


¿Dónde se esconde?


¡Cuánto me excita la existencia de le esperanza!


A veces, me imagino que cada vida es como pequeñas barcazas, que cuando nacen se izan al profundo mar; sueño será su tormento, vida será su alegría, llanto será su naufragio.


Somos la única especie que nunca esta conforme, y me pregunto si quizás algún día  dejaremos lo que suponemos nos hace felices, siendo que en la tierra, madre mía, yace todo lo necesario para vivir satisfechos, porque la mano del hombre construye ambiciones, destruyéndose naturalmente a sí mismo.


¡Cuánto puede destruir un sólo hombre!


Es cierto que alardeamos todo el tiempo del amor, pero cuantos hoy estamos tristes de dolor y ni siquiera lo sabemos, no lo sentimos, no sentimos al prójimo como a sí mismo.


Que triste me siento, que triste es el paisaje lleno de vida, tan vacío de amor, porque no existe sobre la misma tierra quien lo ame.


Somos el único depredador caníbal que mata por placer a su propia especie, por placer en la herejía de la propia vida.


Que feroz es el león ante la hiena, ante la incauta gacela, hermoso depredador que sólo se defiende y mata por hambre, mas no por placer y, satisfecho, jamás ha de ser tan agresivo como el temible hombre.


¿Quién pensara como el león?


Si lo existiera, sería justo, respetuoso, cuidando y amando a su prójimo, amando la naturaleza y a si mismo.

Quizás, así pensando, ya no estaría triste estando vivo.

 


Marc Téllez González