A veces pienso, sí… soy afortunada
¡Soy una mujer enamorada de la vida!
Superviviente de una hija que parí,
entre grilletes, en un puesto fronterizo israelí.
Aprendo a sobrevivir, a ser feliz.
A quitar los gusanos
que a veces arrastra el agua,
ésa que tengo racionada
a una hora diaria.
Y no hay solidaridad que valga,
ni palmaditas en la espalda,
ni disfraces de campañas,
ni vestidos de reinas ni rubíes.
El mundo entero aclama el horror
Y pienso… esto es pasajero.
Estará en acuerdos, convenios…
El tiempo me aplasta,
la realidad me basta,
¿qué estará por venir…?
Y así voy, amigo mío,
saltando el muro,
para llevar a mi pequeña a la escuela,
para ver a la familia entera,
para llenar mi pobre cesta.
Ilusionada con la vida,
enamorada de la esperanza.
A veces… arrastrando la impotencia.