Con su talle acaramelado
y su sonrisa coqueta,
la saludo siempre al pasar frente a ella.
Sus ojos pispiretos,
su cabello ensortijado color marrón,
maquillada con colores brillantes,
sin sentir rubor.
Me dice tiernamente -vamos amigo-;
yo solo respondo -hola amiga-.
Hace frío y ella, sin inmutarse,
anda de primavera;
percibo su tristeza amalgamada de frustración,
su alma emputecida
queriendo encontrar ese amor.
Vestida con minifalda buscando atracción,
qué importa que esté gélido el clima,
ella busca algún cliente
para no irse en blanco
y saber que ganó.
Entrada en arrugas,
que cubren sin cubrir su tentación,
esa tentación de su juventud
donde hermosa y galana,
era la sensación.
Ella es mi amiga,
la puta de la esquina,
con respeto y admiración.