Arropada,
con una manta,
liviana.
La niña,
miró el
firmamento,
tenía frío.
Vio la osa
polar y
otras
constelaciones,
que había
olvidado
como se
llamaban.
Su padre,
no estaba,
más físicamente,
con ella y
decidió,
darle, el
nombre de
su papá a
uno de
esos puntitos
luminosos,
que siempre,
la acompañaría.