No te sabría decir, llegado este momento,
si lo que cada día sigo intentando
es aprender a escribir rimando
o perder el tiempo en esta pantalla.
Sin duda me resulta, a veces, un tormento
el que mi cabeza busque, zapeando,
como poder acabar la frase, bostezando,
al punto que mis dos ojos estallan.
Sin ton ni son sigo tecleando tonterías
y de una frase trabajando el vocabulario
que me quedó cuando acabé el parvulario
y que más jugo no hay por más que exprima.
Asi que a la cama me voy por bulerías,
buenas noches desde este oratorio
que es una silla con maneras de hórreo,
desde la cual mi menda se retira.