sanzsant

UNA MUJER Y UN HOMBRE.

A veces saber cerrar los ojos y soltar las riendas ayuda a resistir... 

cerrar los párpados, respirar hondo, contemplar tu recuerdo, mirarte... tenerte y sonreírte... seguir ojos cerrados y traerte... en mí vibrar los sentidos... y volver a crear en el vértice de mis labios con el aire de un tímido suspiro el deseo embebido de tu dulce sabor.

 

Así mi piel sonríe en ti, y renace en el éxtasis que crea este sentimiento sobre la comisura de un te quiero, porque siendo maduros como el otoño en esas mil veces que desnudos con la noche nos besamos, y en besos puros como los de los adolescentes sentimos cobijo bajo un cielo ligero.

 

Pues la fuerza de conocerte y el proceso de nombrarte en silencio al procurar el sentirte, el abrazarte... es la fuerza de este amor y el proceso de ser tu centro para ser de ti parte y causa, causa y efecto, efecto y forma, forma y trayecto, trayecto en tu piel por fuera y por dentro...

 

Si mi puerta se cierra solo tu sabes como seguir apoyada en ella oyendo mis susurros... escuchando mis besos... y haciéndome sentir que quizás me estés amando en este mismo momento en que te dedico el movimiento de mis dedos escribíendote. Así me llenas de olvido día tras día... porque se te olvidó olvidarme, o porque sabes que sigo siendo el mismo loco, el cursi, el romántico que susurra tu nombre al cerrar los ojos... 

Yo... que sigo siendo yo... que soy... que estoy... que vivo y suspiro para llenarte el alma en cada sorbo que le das al aire para que percibas que somos dos, ¡dos!... Una mujer y un hombre...

Que no me hallo en competencia con nadie y no deseo ser mejor que nadie, que solo pretendo ser mejor persona que ayer... y que contigo lo consigo atrapando verdades en cacerías de instantes y comprimiendo realidades como punto y seguido de todo lo que contigo se puede llegar a sentir.

 

Eres tú, aquella que me contiene... los brazos que a diario me levantan... la voz de la calma y la esperanza... la fuerza que me sostiene... una ventana entreabierta, un olor a pasiones desbordadas, o una ropa bien acomodada en una butaca... una mujer... un hombre... ¡la ternura!. 

Un destino compartido en la cordura, un rasguño en el recuerdo de la historia, una mujer... un hombre y ¡la aventura!.

El color de tu pelo entre mis manos, el pudor de tu cuerpo y mis deseos, el calor de tus suspiros en mi pecho, una mujer... un hombre y ¡el misterio!.

 

¡Abrazo tibio amor!, ¿si?... abrazo nuestro que atrapa la piel sin desnudarnos en una rendición sin lucha previa... recuerdos tuyos, míos, nuestros; que a lugares donde desnudar sin prisas la mirada y donde olvidar el ruido del mundo para escucharnos en silencio, y alma con alma, nos torna en palabra...

Abrazos que nos saben caricias, nos hacen silencio, nos vierten deseo, nos hacen bruma suave, nos vierten anhelos; por solo alcanzarnos y enteramente beberlos.

Tu y yo sabemos... somos ese nosotros... ¿es tan difícil de entender?... Somos, solo somos...

 

                              UN HOMBRE Y UNA MUJER.

 

 

                             SSM. 01-05-2015.