Lucy Quaglia

Atardeceres lánguidos

 Atardeceres lánguidos

Que van llorando penas

Entre los alambrados

De musgo y azucenas.

 

Atardeceres tristes

Que me angustian el alma,

Si se juntan porfiados

Más allá de la casa.

 

Atardeceres dulces

Llenos de nostalgias

Que vuelan como abejas

Zumbándome en la cara.

 

Atardeceres amargos

Con luces en la trama,

Que se mecen en olas

De ríos que me llaman.

 

Atardeceres amigos,

Con tantas horas suaves

Que me dan una mano

Y me entibian el alma.

 

Atardeceres extraños

En la calma de un lago

Con la lluvia mansa,

Que cae tranquila

Sin prisa y sin pausa

Mientras veo el reflejo

De mi cara en el agua.