La muerte es una quimera: porque mientras yo existo, no existe la muerte; y cuando existe la muerte, ya no existo yo. Epicuro.
La sombra avanza suave, lentamente,
por un camino lleno de misterio,
no mira hacia ambos lados, va de frente,
pareciera que fuera al cementerio.
Tirado va en un carro con auriga,
demuestra conocer bien el camino,
desnudo ya de sueños y de intriga
pues no ha de precisar de pan ni vino.
La figura no es ya, que fue un fantasma,
la obsesión personada en el dinero,
asmático, creyó no tener asma.
Y aunque él no presumiera de adivino,
un pobre, ahora será, un sepulturero,
quien pondrá punto final a su destino.
©donaciano bueno