No pienso en nada, me acuesto y me levanto,
Me baño, me visto, no desayuno y salgo.
Mis pasos me llevan a recorrer
Este circo de vidrios y de asfalto.
Me confundo con todos
Sus payasos que gritan, gesticulan, ríen y lloran,
Se tropiezan y al caer van renegando,
provocando Carcajadas
que todos van disimulando.
Me pierdo entre las fieras
que muestran los colmillos
Encerradas,
en sus jaulas de metal solo les brillan
las pupilas que se ven desorbitadas,
Avanzan poco a poco,
se sienten sus rugidos,
que en el aire van quedando,
Mientras se miran entre si
Como enemigos,
El murmullo del público se
siente y los aplaca,
Como un látigo que en el aire
Va marcando un zig zag
que sus nervios van calmando.
De pronto se aparecen los acróbatas,
Como locos en la esfera van girando,
Con su estruendo de pavor
Sacando gritos,
Van llenando de terror a los enanos
Que se esparcen como
monos aullando,
al pensar que son aves
De rapiña que han llegado
En bandadas que se adueñan de las pistas,
Con plumajes de colores
Irisados,
sembrando el pavor con sus graznidos
y los dejan de terror amilanados.
Sigo la función aunque no quiera.
Se aparecen de pronto los acróbatas,
que tendiendo Sus trapecios van buscando
una ruta que los lleve a paz y salvo,
Eludiendo los obstáculos que dejan
regados por doquier los utileros,
Arriesgando su vida
paso a paso.
Prosigo con mi lento caminar,
Pero de pronto,
Se aparecen ante mi seres deformes
que son la atracción de última hora,
Desfilan ante mi como los zombis
de los filmes de terror
Que están de moda,
La mujer mas flaca de este mundo
acompañada del padre mas fecundo,
Sentados en medio de la pista
Con ocho de sus hijos taciturnos
que nos lanzan sus miradas de tristeza
al saber que la función ya está
Acabando.
Por hoy no voy a la oficina,
Me devuelvo sintiendo tal cansancio
que no quiero despertar al otro día,
Pues tengo que seguir esta rutina
en el diario vivir de una ciudad que nos asfixia.