Mi Amo, me gusta pronunciar su nombre;
y que usted me quiera y mate de a poco
me llena de placer y alegría.
Es mi sueño del amor,
de mi pobre alma
que busca las flores perfumadas del dolor.
Me gusta pronunciar su nombre.
Mi sien, señoreada por su voz, Señor,
tiende a no ser nada
si Usted no la golpea con su puño
dándole realidad a mis sueños.
Cuando su fuerza me ata
diseño los dibujos más intensos en mi cuerpo,
y siento que le estoy dando lo mejor de mí,
para su hermosa satisfacción, que es la mía.
Si Usted lo desea tiéndase y duerma;
yo estaré a sus pies,
esperando que me mire.
G.C.
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